Gloria: 58

Gloria Segunda parte - Capítulo XIX de Benito Pérez Galdós Espinas, clavos, azotes, cruz -Tú me dijiste que aceptabas esta cruz como expiación. -Sí la acepté -dijo la infeliz después de una pausa en que Serafinita aguardó con impaciencia la contestación-. La acepté, pero luego... luego, querida tía, sentí que no podía, que no podía resignarme a ella; no tuve valor, mentí, disimulé, engañé a todos los de casa, salí ocultamente, después de sobornar a Mundideo para que me acompañara... Me porté mal, lo reconozco; pero el grito que sale de mis entrañas puede más que todo, y cuando él suena en mí no puedo dominarme, ni ser santa como usted dice, ni resignarme a padecer, ni llevar la cruz, ni clavarme clavos, ni beber cálices, ni ponerme corona de espinas. -Hija mía, cada vez me causa más alarma y miedo ver en ti ese desasosiego que te aleja de la perfección. Tú no estás curada ni puedes estarlo, mientras no hagas un esfuerzo supremo, el último...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información