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Gloria Segunda parte - Capítulo VI de Benito Pérez Galdós Domingo de Ramos En la mañana del Domingo, D. Buenaventura dijo a su hermana: -Ya la he convencido de que debe ir hoy conmigo a la preciosa función de las palmas. -¡La pobre hace un gran sacrificio! -dijo Serafinita-. Pues si la llevas que se arregle pronto. Yo me voy delante, que tengo que rezar. Y tomando su bastón negro salió. D. Buenaventura tuvo que esperar algún tiempo, y discutiendo con Gloria sobre el mismo tema oyó de sus labios estas palabras: -Bien, tío: iré porque no diga usted que no le complazco. No tengo gusto en salir; pero por lo mismo... por lo mismo saldré. Poco más tarde la señorita de Lantigua salía de la casa paterna en compañía de su tío, después de muchísimos días de reclusión voluntaria. Vestía de riguroso luto, con el cual su palidez era realzada. Grande y triste huella habían dejado en su rostro, antes lleno de gracia y lozanía, los huracanes que pasaron meses...

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