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Gloria Primera parte - Capítulo XXXIX de Benito Pérez Galdós El rayo Gloria y Daniel Morton habiendo sentido pasos, temblaron. Ni uno ni otro se atrevieron a moverse. Ninguno de los dos pudo articular una sílaba. Contenían el aliento. Ambos deseaban ser aire impalpable e invisible para desaparecer. De repente la puerta abriose y apareció D. Juan de Lantigua. Gloria lanzó un grito terrible. No se sentirá mayor espanto cuando se oigan las trompetas del juicio y aparezca entre nubes de fuego el que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. D. Juan avanzó hacia su hija con el brazo levantado; pero, como si le faltara la tierra a sus pies, cayó violentamente al suelo exhalando un gemido. Su venerable cabeza cana rebotó contra el suelo. D. Ángel que venía detrás, Sedeño, Gloria y Morton se abalanzaron al cuerpo del infeliz padre. Lo examinaron: parecía muerto. Diéronse voces de socorro y acudieron atropelladamente los criados. Cuando levantaban a D. Juan,...

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