Gloria: 26

Gloria Primera parte - Capítulo XXVI de Benito Pérez Galdós El ángel rebelde Por las noches, después de la cena que recrea y enamora, se rezaba el rosario en el comedor, con la puerta del jardín abierta si el tiempo era bueno. Durante este acto piadoso, Morton salía fuera, pero permanecía sentado en el jardín con la cabeza descubierta. Tras la cena venía un poco de grata tertulia, y luego cada cual iba a su cuarto. Gloria subía la última. Poco después de que resonara la fechadura de su cuarto al ser cerrada, todo era silencio. Envuelta en sombras de sosiego, la casa dormía, callada y tranquila como el justo. Pero en la habitación de la esquina velaba el pensamiento y seguían abiertos, fijos en la oscuridad, los ojos de Gloria. El ruido de una cercana fuente, el chasquido de los sapos y a veces el amoroso silbo del viento, formaban en torno al cerebro de la joven despierta un ritmo extraño que favorecía la actividad de su imaginación. De su brazo derecho...

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