Galerna:9

Galerna Capítulo IX de Joaquín Dicenta Lejos viene, apenas perceptible para ojos marineros, invisible aún para los no hechos a bucear horizontes en horas de borrasca. No más se descubre la vela. Agítase allá, en la negrura movediza, como un lienzo pedidor de socorro. Esta visión es intermitente; aparece y desaparece sobre una línea blanca que determina los contactos del cielo con el mar. La aldea entera fue al castillo, olvidando rezos y prácticas, al anuncio de que una lancha arriba en dirección del puerto. Los mismos oficiantes siguieron a la multitud. Quedó solitaria la ermita, con sus cirios ardientes, con su virgen de manto negro y corona de mentida plata, con su tabernáculo de falso oro, guardador de un sol artificial y de un cielo postizo. Sólo quedó el Nazareno ajusticiado, de la pelambre negra y de las crueles heridas. La gente abandona el espectáculo de su drama simbólico ante el drama real que prologa encima del Cantábrico un cacho de lienzo. En el...

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