Galerna:8

Galerna Capítulo VIII de Joaquín Dicenta Es toda congoja la aldea. Primero, el nublarse del cielo y el enfurruñarse del mar; después, un telegrama venido de Zarauz con anuncio de tiempos duros por el lado del Noroeste, han puesto al vecindario en zozobra. Tres lanchas de aquel puerto andan a pesca de bonito; tripuladas van por treinta y cinco marineros. Los más bravos son y los más buenos ganadores. Las mujeres lloran; los hombres pasan y repasan ceñudos por los altos del muelle; los chiquillos se buscan y cuchichean entre sí; los notables de la aldea comentan el telegrama con todo linaje de vaticinios lúgubres, entre sorbo y sorbo de cerveza; los fabricantes se duelen, mitad por mitad, de los hombres que navegan sobre las olas y del paro forzoso que el temporal significa para sus industrias. Los curas, cumpliendo obligaciones de su negociado celestial, disponen rogativa y suplicatorio en la ermita de la Barquera. Por junto a la fábrica va desfilando el pueblo; las...

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