España sin Rey : 21

España sin Rey : 21 de Benito Pérez Galdós De regreso a Zaragoza, continuando su viaje parabólico, tuvo Urríes un encuentro feliz y desagradable. Presuroso comía en la estación cuando se le apareció su amigo Tapia, derrengado, cojo y con un brazo en cabestrillo, el rostro de vieja tachonado de negros parches de tafetán. Con frase compungida y rápida, hizo historia de sus lastimosas averías, obra de unos desalmados facciosos de Balaguer. Como la brevedad de la parada no daba tiempo a largas explicaciones, limitose a decir que los carlistas que furiosamente le molieron los huesos eran de los de verdad; que el vapuleo fue desaforado y puso en peligro su existencia, y que huyendo de sus verdugos se vino a Lérida para curarse con árnica y quietud sus mataduras y contusiones. Dicho esto, pidió y obtuvo un auxilio de dinero... Metiéndose en el tren a toda prisa, después de socorrer al amigo, don Juan le mandó...

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