En la sangre:XXV

En la sangre - Capítulo XXV de Eugenio Cambaceres Veraneaba la familia de Máxima en una quinta de los contornos de Belgrano. Al caer la tarde de uno de esos días sofocantes de diciembre, bajo el corredor, al este, hallábase reunida la joven con sus padres; respiraban en una tregua del calor barrido por la brisa fresca de la virazón. Una nube espesa de polvo, al pie de la barranca, tras del cerco de cañas del camino, como si hubiese parado allí el carruaje que la levantaba, empezó poco a poco a disiparse. Y, momentos después, en efecto, un hombre aparecía, penetraba con paso incierto y cauteloso, como pisando en vedado, tendía el cuello, paseaba la mirada, se detenía, de nuevo volvía a avanzar, subía, se aproximaba, siguiendo las eses de una senda, sugiriendo vagamente en su ademán, en su andar, la idea del andar escurridizo de las culebras. Notando de pronto la presencia de los habitantes de la casa, ocultos hasta entonces a su vista por las plantas del...

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