En la sangre:XXIV

En la sangre - Capítulo XXIV de Eugenio Cambaceres ¡Oh!, pero el que lo heredaba no lo hurtaba; eran cabezudos todos los de su cría y sin pizca de vergüenza, para mejor, con tal de sacar tajada. ¡Había perdido una chica, cómo había de ser... tiempo al tiempo... no desesperaba de la revancha; le habían cerrado la puerta, podía muy bien suceder que se les metiese por la ventana!... Lo único que, pasado el primer momento de rabia, seguía haciéndole escozor, lo que únicamente le estaba dando pensar, era que fuese a correrse la voz, a divulgarse y a llegar a oídos de la muchacha su pelada de frente... Muy capaz, con las ínfulas que debía tener, de mirarlo como a perro... Malo entonces, entonces sí, trabajo y tiempo perdido... cuestión de volver a la andadas con alguna otra, y desconceptuado, desprestigiado por añadidura, desmonetizado en plaza como metal de mala ley. Sin duda, dccíale Carlos en su carta, que había conseguido retirar en obsequio a él la...

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