En la sangre:XX

En la sangre - Capítulo XX de Eugenio Cambaceres Pasaba tres cuatro veces al día, recorría Genaro la cuadra de la calle San Martín, donde Máxima vivía. Al dirigirse a tomar su carruaje ésta, una vez, acompañada de la madre, en el umbral mismo de la puerta de calle, acertaron ambos a encontrarse. Eso bastó, pudo él verla en adelante, solía alcanzar a distinguirla envuelta en la penumbra de la sala, como oculta tras de las persianas corridas; de vez en cuando primero, luego con más frecuencia, luego, siempre, día a día, a la misma hora lo esperaba. Retardaba su marcha él al llegar, volvía la cara; aproximaba ella su cabeza a los cristales, se inclinaba y detenidamente entonces, tenazmente, uno y otro se miraban. En Colón, ya desde su silla como la primera noche, ya desde las galerías del teatro, pasaba él horas contemplándola, mientras como en un don de doble vista, al través de los espesos muros del edificio, presentía ella su presencia, adivinaba su...

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