En la sangre:XLI

En la sangre - Capítulo XLI de Eugenio Cambaceres Pero una a una, como las cuentas de un rosario, nuevas obligaciones se sucedían, nuevos plazos se cumplían. Un vencimiento, entre otros, de treinta mil duros y pago íntegro, traía a Genaro preocupado. Se le venía encima en esos días... ¿A qué santo encomendarse, apelar a Máxima haciéndole otra entrada? Mansita la había largado, como para salirle con esas ahora y tener una de a pie los dos, y volverse él con una mano atrás y otra adelante, que era lo más probable, lo más seguro, dada la actitud de su mujer, según se había mostrado de cocorita, el modito que había tomado, el geniecito que había revelado, ¡el mismo genio del viejo padre!... Nada, friolera, una zoncera, treinta mil pesos fuertes. Pero, estúpido, pensó, llegó a ocurrírseles de pronto, ¿a qué ponerse a hablar de fuertes, con qué necesidad? Bastaría decirle, hacerle creer a la otra que eran pesos papel, pesos moneda corriente. ¡Medio...

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