En la sangre:XL

En la sangre - Capítulo XL de Eugenio Cambaceres Una primera, una segunda vez, luego tres, cuatro veces halló a Máxima dispuesta, pronta a acceder a los deseos por él manifestados. Sin observación alguna ni reservas, sin indagar, sin saber a punto fijo, sin idea clara del alcance de sus actos, buenamente escribía ésta su nombre, prestaba a ciegas su firma. Papel sellado, rúbricas, escribanos, testigos... Nada comprendía ella de todo eso, ni hacía por comprender, ni le interesaba tampoco. ¿Qué podía importarle un puñado de dinero a trueque de que la dejara en paz, de que la librase de su presencia Genaro? Sí, que para nada se ocupase, que nunca llegase a acordarse de ella él, como si no existiese en el mundo tal mujer, vivir tranquila, retirada y sola, era lo único que pedía, lo que sí entendía que fuese así, lo que sí exigía de su marido. ¡Con tal de tener a su hijo allí, a su lado, de que el cielo se lo conservase!... En presencia sin embargo de...

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