En la sangre:IV

En la sangre - Capítulo IV de Eugenio Cambaceres Tenía diez años de edad Genaro, cuando, determinando un cambio profundo en su existencia, un acontecimiento imprevisto se produjo. Pidiendo a gritos auxilio, una mañana su madre corrió a abrir la puerta de calle. Debía haber muerto el marido, había querido ella despertarlo, lo había llamado, lo había tocado, no contestaba, estaba frío. Deshecha en llanto y suplicante, pedía que entraran, que viesen, que le dijesen; con palabras entrecortadas, con frases incoherentes, encomendábase al favor de Dios y de la Virgen, oprimiéndose la frente entre ambas manos, erraba como alelada, desatinada iba y venía. Varios que en ese instante acertaban a pasar, otras personas del barrio se agruparon: el almacenero de enfrente, el colchonero de la acera, el negro vigilante, el changador de la esquina y todos en tropel penetraron a la casa. Como si hubiese intentado arrastrarse de barriga, la cara de lado, encogido y duro, estaba el...

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