En la carrera: 08
Capítulo VIII 08
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En la carrera- Primera parte
Felipe Trigo
La vida, ¡si!..., cada vida una contradicción; pero resuelta en armonía de disparates cuando su clave de absurdo se encuentra. Esteban, luego de estudiar a Enríquez al retirarse por la noche del hotel y tomarse juntos en un tupi el coñac de última hora, comprendía que el poeta ingenuo, aun habiéndole a él preferido, aun suponiéndole acaso «completamente vencedor», no se hubiese retirado en absoluto. Los buscaba hacia el final en los teatros, y los llevaba a los más céntricos cafés: Fornos, entre ellos, donde habían visto a Renata los paisanos, y donde había sido visto él por la Coja, sin que le reconociera... afortunada o desdichadamente.
-¡Qué guapa esa mujer! -había dicho al paso Renata.
Y Esteban, a no ser por el miedo de que luego la hallase ridícula al verla salir cojeando, hubiese dicho quizás: «¡Pues es mi... amiga!»
Bien, la clave de absurdo de Enríquez eran...
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