El torrero Ole

El torrero Ole de Hans Christian Andersen -¡En el mundo todo es subir y bajar, y bajar y subir! Yo no puedo subir ya más arriba -dijo el torrero Ole-. Arriba y abajo, abajo y arriba; la mayoría han de pasar por ello. A fin de cuentas, todos acabamos siendo torreros, para ver desde lo alto la vida y las cosas. Así hablaba Ole en su torre, mi amigo el viejo vigía, un hombre jovial, que parecía decir todo lo que llevaba dentro, pero que, sin embargo, se guardaba muchas cosas y muy serias en el fondo del corazón. Era hijo de buena familia, afirmaban algunos. Según ellos, era hijo de un consejero diplomático o podía haberlo sido. Había estudiado, había llegado a profesor auxiliar y a ayudante de sacristán, pero, ¿de qué servía todo eso? Cuando vivía en casa del sacristán, todo lo tenía gratis. Era joven y guapo, según dicen. Quería limpiarse las botas con crema brillante, pero el sacristán sólo le daba betún ordinario; por eso estalló la desavenencia entre...

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