El sombrero de tres picos: 23

XXIII: Otra vez el desierto y las consabidas voces 23 Pág. 23 de 36 El sombrero de tres picos none La única aventura que le ocurrió a la navarra en su viaje desde el molino al pueblo, fue asustarse un poco al notar que alguien echaba yescas en medio de un sembrado. -¿Si será un esbirro del Corregidor? ¿Si irá a detenerme? -pensó la Molinera. En esto se oyó un rebuzno hacia aquel mismo lado. -¡Burros en el campo a estas horas! -siguió pensando la señá Frasquita-. Pues lo que es por aquí no hay ninguna huerta ni cortijo... ¡Vive Dios que los duendes se están despachando esta noche a su gusto! Porque la borrica de mi marido no puede ser... ¿Qué haría mi Lucas a medianoche, parado fuera del camino? ¡Nada!, ¡nada! ¡Indudablemente es un espía! La burra que montaba la señá Frasquita creyó oportuno rebuznar también en aquel instante. -¡Calla, demonio! -le dijo la navarra, clavándole un alfiler de a ochavo en mitad de la cruz. Y, temiendo algún...

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