El signo de los cuatro: II

El signo de los cuatro Capítulo II - Exposicion del asunto de Arthur Conan Doyle Lentamente, pausadamente entro la señorita Morstan en la habitacion. Era una joven rubia, menuda, delicada, con guantes en las manos y vestida con el gusto más exquisito. No obstante, la discreción y sencillez de sus ropas parecían indicar unos recursos económicos limitados. El vestido era de color pardo grisáceo tirando a oscuro, sin cintas ni adornos, y llevaba un pequeño turbante del mismo tono apagado, alegrado tan sólo por un vestigio de pluma blanca en un costado. Su rostro no tenía facciones regulares ni una complexión hermosa, pero su expresión era dulce y amistosa, y sus grandes ojos azules resultaban particularmente espirituales y atractivos. A pesar de que mi experiencia con las mujeres abarcaba muchas naciones y tres continentes distintos, yo jamás había visto un rostro que ofreciera tan claros indicios de un carácter refinado y sensible. No pude evitar fijarme en que, al...

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