El Señor de Bembibre:31

El Señor de Bembibre Capítulo XXXI de Enrique Gil y Carrasco Las muchas seguridades que doña Beatriz recibió del abad y de su buen padre, acerca de la suerte que aguardaba a los templarios españoles, no fueron poderosas a calmar los recelos y zozobras que se agolpaban en su ánimo; ¡tan hondas raíces había echado en su corazón el pesar y tan negra tinta derramaba su imaginación aun sobre los objetos más risueños! Si había de juzgar de las disposiciones de los obispos por las que durante mucho tiempo había abrigado el prelado de Carracedo no tenía, a la verdad, gran motivo para tranquilizarse, y por otra parte, el embravecimiento de la opinión contra los templarios había llegado a tal punto que todo podía temerse con razón. Añádase a esto que su enfermedad teñía habitualmente de un color opaco aun los más brillantes objetos, y fácil será de presumir los muchos y turbios celajes que empañaban aquel rápido vislumbre de felicidad que el abad le había...

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