El Señor de Bembibre:28

El Señor de Bembibre Capítulo XXVIII de Enrique Gil y Carrasco De tan inminente peligro estaban amenazados los templarios de Cornatel, porque como no había memoria de que persona humana hubiese puesto la planta sobre el abismo que dominaba el ángulo oriental del castillo, ni parecía empresa asequible a la destreza humana; aquel lado no se guardaba. Lo más que solía hacerse en tiempos de peligro era visitar de cuando en cuando el torreón, más para registrar el campo desde allí que para precaver ningún ataque. Una vez dueños de él los enemigos, como ningún género de obstáculo interior habían de encontrar, claro estaba que la ventaja del número había de ser decisiva. Atacados a un tiempo por el frente y flanco, y desconcertados de aquella manera impensada y súbita, era segura la muerte o la prisión de todos los caballeros. Sólo una rara casualidad hizo abortar aquel plan tan ingenioso como naturalmente concebido. Saldaña, como experimentado capitán, no se...

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