El Señor de Bembibre:17

El Señor de Bembibre Capítulo XVII de Enrique Gil y Carrasco Algunos meses se pasaron en este estado, hasta que una mañana al volver de la capilla donde largo tiempo habían estado orando, declaró doña Beatriz a su madre con voz muy serena y entera su voluntad de tomar el velo de las esposas del Señor en Villabuena: -Ya veis, madre mía -le dijo-, que no es esto una determinación tomada en el arrebato de un justo dolor. Adrede he dejado pasar tantos días, durante los cuales se ha arraigado más y más en mi alma esta resolución, que por lo invariable parece venida de otro mundo mejor, ajeno a las vicisitudes y miserias del nuestro. La soledad del claustro es lo único que podrá responder a la profunda soledad que rodea mi corazón, y la inmensidad del amor divino lo único que puede llenar el vacío incomensurable de mi alma. Doña Blanca se quedó como herida de un rayo con una declaración que nunca había previsto, aunque no era sino muy natural, y que así daba...

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