El Señor de Bembibre:05

El Señor de Bembibre Capítulo V de Enrique Gil y Carrasco Aunque don Álvaro no fundase grandes esperanzas en su entrevista con el abad, todavía le causó sorpresa el resultado; flaqueza irremediable del pobre corazón humano que sólo a vista de la realidad inexorable y fría acierta a separarse del talismán que hermosea y dulcifica la vida: la esperanza. El maestre, por su parte, conocía harto bien el fondo de fanatismo que en el alma del abad de Carracedo sofocaba un sinfín de nobles cualidades para no prever el éxito; pero, así para consuelo de su sobrino como por obedecer a aquel generoso impulso que en las almas elevadas inclina siempre a la conciliación y a la dulzura, había dado aquel paso. Iguales motivos le determinaron a visitar al señor de Arganza, aunque la crítica situación en que se encontraba la orden por una parte, y por otra la conocida ambición de don Alonso parecían deber retraerle de este nuevo esfuerzo; pero la ternura de aquel buen anciano...

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