El saludo de las brujas: 15

El saludo de las brujas Segunda parte - Capítulo III de Emilia Pardo Bazán Oda de Horacio A ciertas horas del día, sobre todo en las primeras de la mañana y en las que preceden a la puesta del sol, la poesía de la Ercolani era indecible. Antes que el sol picase fuerte, la frescura y pureza del aire, aliento vital de la madre Venus, blando céfiro que sale de un baño de rocío sacudiendo las alitas, prestaba tonos rosados a las estelas de alabastro y a los bustos de mármol, y recordaba la serenidad luminosa de la atmósfera ateniense, que, según dicen, parece manar leche y miel. A medio día los fragmentos antiguos, caldeados y como estremecidos por el sol, halagados por los efluvios de amor esparcidos en el ambiente, revivían una vida singular, y las ninfas sonreían a los nervudos faunos, y los amorcillos tenían en sus pedestales actitud de impaciencia, ansiosos de volar, de beber la cálida atmósfera y la esencia de las rosas, violentamente profanadas por abejas y...

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