El saludo de las brujas: 12

El saludo de las brujas Primera parte - Capítulo XI de Emilia Pardo Bazán El rayo Rosario estaba sola en el vasto hall. Por instinto había ido a acurrucarse junto al fuego. Sentía aquella mañana, en lugar de la amarga embriaguez de sacrificio de los días anteriores, un cansancio, como una náusea invencible de su abnegación. La causa era sencilla: no era preciso quebrarse mucho la cabeza para adivinarla. Hasta la víspera, ningún detalle había recordado a Rosario que el hombre a quien miraba como a su padre iba a adquirir sobre ella otra clase de derechos. Casarse con Jorge, la parecía buenamente continuar viviendo a su lado; porque el pintor, en virtud del mismo exceso de su pasión, por la delicadeza inseparable del verdadero cariño, por el sentimiento de dignidad que trae consigo la madurez en las almas escogidas, paternalmente seguía tratándola; ni aludía a la empeñada palabra de matrimonio. En la conversación con Yalomitsa, fue la misma Rosario quien, por...

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