El saludo de las brujas: 05
El saludo de las brujas Primera parte - Capítulo IV
de Emilia Pardo Bazán
Los cuatro elementos
Nada se parece a un estudio de pintor como otro estudio de pintor. Son siempre los mismos trapos vetustos, los mismos vargueños, los mismos monigotes japoneses, las mismas armaduras poco auténticas, los mismos macacos bizantinos o góticos; y Jorge Viodal, cansado de esta monotonía que se disfraza de capricho, se había propuesto algo nuevo, distinto de todo lo conocido hasta entonces. No en vano pasaba por pintor cerebral, más atiborrado de ideas estéticas que rico en pinceladas magistrales.
Era en efecto Viodal un inventor, sólo a fuerza de un pensador; y soñaba con hallazgos no debidos a esa fuerza espontánea e inconsciente que se llama inspiración, sino a la labor paciente del que investiga series de combinaciones posibles hasta acertar con una original y caprichosa. Cuando empezó a tratar a Felipe Flaviani, y estrecharon una amistad enfriada después, le arregló la...
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