El Príncipe y el mendigo : 18

El Príncipe y el mendigoCapítulo XVIIIEl príncipe y los vagabundos de Mark Twain Despertóse al romper el alba la tropa de vagabundos y prosiguió su marcha. Las nubes estaban muy bajas, cenagoso el suelo y el cierzo invernal cortaba. Toda la alegría había desaparecido. Algunos de ellos, hoscos y silenciosos, otros irritables y petulantes, y ninguno de buen humor. Todos estaban sedientos. El jefe puso a "Jack" al cuidado de Hugo, con algunas instrucciones y órdenes a John Canty para que se mantuviera alejado del niño y lo dejara en paz. Y así previno a Hugo que no se tratara con demasiada rudeza al muchacho. A poco, el tiempo mejoró y las nubes se fueron en parte. Ceso la cuadrilla de tiritar y se suavizó el humor de todos. Fuéronse poniendo más y más alegres, y, finalmente, empezaron a embromarse uno a otros, y a insultar a los viandantes que encontraban por el camino. Esto denunciaba que despertaban una vez más a la apreciación de la vida y sus alegrías. El...

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