El pesimista corregido: 19

 19 Pág. 19 de 31 El pesimista corregido Santiago Ramón y Cajal ¡Quién lo diría! Hasta el arroyo se había ennoblecido. Heridos oblicuamente por el sol, que resplandeció un momento entre nubes, centelleaban en el barro cristales de carbonato de cal, filamentos argentinos y policromos de seda, hilos de lana comparables al tallo de las palmeras, trozos de papel parecidos a gigantescos granizados, poliédricas y verdosas células vegetales, esféricos y brillantes esporos y, en fin, elegantes y caprichosas conchas de rizópodo (formas orgánicas de la creta). Por lo expuesto se ve que si a influjo de los excepcionales ojos de Juan el mundo vivo, singularmente el animal, había perdido sus hechizos, al contrario, el mundo inorgánico revelaba indecibles y no soñadas maravillas. Por consecuencia de tales descubrimientos, fué poco a poco cristalizando en el ánimo de nuestro héroe una concepción nueva de la belleza y fealdad de las cosas. Pensó que, en el...

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