El pesimista corregido: 14

 14 Pág. 14 de 31 El pesimista corregido Santiago Ramón y Cajal ¡Siempre el malhadado mosaico quebrando superficies y descomponiendo matices! ¡Una vez más la granizada de infinitesimales y agrios reflejos salpicando de deslumbrantes chispas los ásperos contornos! Al suave y desvanecido tránsito, de la luz a la sombra había sucedido la granulosidad cascajosa, la bravía y tosca rugosidad de una epidermis que, mirado de lejos, tenía algo de la piel del erizo y no poco del escamoso pellejo del cocodrilo. Grima daba descubrir, hasta en las más tersas y rozagantes mejillas, informe masa de témpanos céreos, o sea de células epidérmicas semidesprendidas; negros agujeros correspondientes a las hediondas aberturas de glándulas, y, en fin, matorrales de recias ballenas, es decir, de vello, cuyos deshilachados cabos, guarnecidos de mugre y de bacterias, columpiábanse amenazadores en el aire. Acá y allá complicados surcos y barrancos esculpidos en el...

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