El pesimista corregido: 13
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El pesimista corregido
Santiago Ramón y Cajal
La curiosidad de Juan pudo, sin embargo, más que la irritación de sus nervios, y sobreponiéndose a todo, se vistió rápidamente sin mirar a la ropa; tomó el chocolate sin examinar su composición; calóse, a fin de resguardar los sobreexcitados ojos, recias y ahumadas antiparras, y salió disparado a la calle.
El espectáculo que se ofreció a sus ojos semejaba ensueño de naturalista delirante. El mundo mosaico y el mundo de cristal: estas dos frases resumen las insólitas y desconcertantes sensaciones recibidas por Juan al hallarse en el torbellino de la calle de Alcalá y contemplar las aceras, los edificios, los árboles y las personas.
La impresión simple se había convertido en impresión compuesta, y la continuidad en discontinuidad.
En vez de colores uniformes, jugosos, fundidos por suaves transiciones: en lugar de superficies tersas y unidas, mostraban doquier los objetos, mosaicos o...
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