El oidor

Le Grand Homme evançait régulièrement la tête haute, l’air vague. Ses admirateurs s’arrêtaient pour le regarder… J. Renard, Le Vigneron dans sa Vigne. Cuando el oidor llegó a las puertas del cielo, echó una mirada a su ropilla negra y componiéndose la capa como cuando entraba a la Audiencia por la puerta principal del Palacio, llamó con visible autoridad, con el aldabón de bronce. No se abrieron las puertas, sino una rejilla en la cual apareció, indiferente, la cabeza de San Pedro. —¿Qué deseáis, hermano? —preguntó el apóstol un poco fatigado, como quien acostumbra repetir muchas veces la misma pregunta. —Soy un oidor de la Real Audiencia. —Detallad. ¿Qué cosa es la Real Audiencia? ¿De qué país venís? ¿Qué queréis exponer? El oidor estaba asombrado. Acababa de morir con gran pompa; el virrey y su corte habían asistido a sus exequias; el arzobispo habíale dado la absolución; las campanas de todos los templos habían doblado por su...

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