El náufrago (Trigo): 04

Capítulo IV 04 Pág. 04 de 10 El náufrago (Trigo)- Primera parte Felipe Trigo Las doce...; pero nunca almorzaba la condesa hasta la una. Se recogió á su gabinete. Cayó en una otomana de sedas color carne. Sentíase azoradísima, agitada, sofocada por tantas impresiones...; avergonzada por no sabía qué complicidades de ignominia á que hubiérase prestado sin querer. ¿Debió hacer arrojar á aquella mujer por los criados? La visita de una celestina que hubiera venido á sonsacarla y proponerla cualquier inconcebible disparate, no hubiese tenido mayor procacidad. No podía la condesa explicarse el interés, los designios de Anita Mir al acompañarla á casa y hablarla de este modo. No, no podía explicarse nada de lo ocurrido desde que llegó al barco. Hoy era un día como cualquiera otro, de los de su pacífica vida de honradez; Anita Mir era la de siempre...; y sin embargo, hoy había aprendido y escuchado horribles cosas, que jamás soñó saber, y era Anita...

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