El médico rural: 17

Capítulo VI 17 Pág. 17 de 28 El médico rural- Segunda parte Felipe Trigo Había realmente en Esteban mucha experiencia dormida; conteníase en él un crítico de sobra experto, para que pudiese por demasiado tiempo transigir con aquellas triviales distracciones. No se podía ser niño sin la inocencia del niño; él la había perdido, y «la inocencia, igual que la virginidad, no se recobra». Si durante su ya no breve permanencia en estos pueblos de barbarie y de falsa sencillez pudo engañarse con un ansia de vida simple y primitiva, Evelina vino a ser el reactivo que le despertó bruscamente a lo pasado..., a su antigua aventurera y tormentosa vida madrileña. La veía diariamente, en largos ratos que íbanles llevando a una rápida amistad, y sus cantos y sus músicas, que sin ser, en verdad, una maravilla, eran algo de positiva aptitud y de innata gracia y de aprendida técnica, hiciéronle menospreciarse en el ridículo aspecto de bandurrista de afición,...

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