El marqués de Croix

De una vez para lo venidero deben saber los vasallos del gran monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para, callar y obedecer y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno. Bando del marqués de Croix. Aquella mañana de junio el salón de audiencias estaba animadísimo y por todas partes veíanse discurrir a oidores, sacerdotes, maestros de la Universidad y los más encumbrados nobles de la Colonia, en una confusión pintoresca de birretes, espadines, capas, gregüescos y plumas. —¿Sabéis —decía un oidor— que esta madru-gada han sido expulsados los padres jesuitas? Esto clama al cielo: la Real Audiencia no gobierna aquí. Me parece que es tiempo de suspirar francamente por el marqués de Cruillas. —¡Ya lo decía yo cuando nos enviaron al flamenco! ¡Cuándo se apiadará de nosotros Dios Nuestro Señor! —¡Dicen que el fiscal apenas les dio tiempo de consumir las santas hostias! —¡El cielo nos prepara algún terrible...

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