El hombre de Trujullo

a Paul A. Bar Te visito y te imploro en el sueño, mi esposa ignorada. Yo me consumo y me abraso en las soledades tórridas y en la avidez de mi amor. Oh mujer, vengo a mitigar y aplacar mi angustia en la querencia de tu inocente claridad. ¡Salud, mar vegetal! Mar jadeante que suspiras y te derrumbas en las trombas argénteas de la aurora. No obstante que murmuran en la espuma de su lino Las velas desplegadas de las carabelas, Escucho, astros en el éter, vuestro mensaje labial y lejano. ¡Aclarad, astros del silencio, La paz de las tumbas y la existencia de las flores! Religiosamente entre las brisas y las aguas, Vuestro eco se irradia al fondo de las simas. Para vosotros, astros omnipresentes de la desesperanza, El ardiente lirio de seda se nutre con la sangre de mi pasión, Y religiosamente, hacia vosotros se' levanta y tiembla en la tarde. ¡No! Ni esta mural y plural presencia de mis padres, Ni los candados y las severas fórmulas de la tiniebla y del cemento, ¡Me...

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