El hampón: 6

El hampón Capítulo VI de Joaquín Dicenta Entre los asiduos al turno de la Cañas contábase Román, el encargado de la timba, el exminero jaquetón que abandonara la barrena y el pico para vivir holgado y libre por pragmática de su guapeza. Quién más, quién menos, rehuía choques con tal hombre, no tanto por miedo como por evitar pendencias con sujeto que no había nada a perder y que por someterse incondicionalmente, sea ella cual fuere, a la voluntad de potentados y caciques, tenía siempre cubiertas las espaldas y segura la impunidad en sus malas acciones. De ahí que, si entrando en La Buena Sombra asentaba junto a la Cañas en su «turno», o si fuera de él, por no haber en él sitio libre, llamaba a la camarera a su mesa, respetaran todos el diálogo y no pusieran reparo al llamamiento. La Cañas gustaba también de platicar con el tahúr; no en balde era hembra y, como tal, ufana de pavonearse con los galanteos de un macho corajudo. Aumentaban la satisfacción...

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