El hampón: 4

El hampón Capítulo IV de Joaquín Dicenta El primer viaje al fondo de la mina produjo en los nervios del neófito una ruda impresión, en la que el miedo, bravamente disimulado, hubo también su parte. Al atravesar el recinto minero, alumbrado por la luz violeta de la aurora, fue la curiosidad del nuevo cortador atraída por el espectáculo de la colmena jornalera, que zumbando y arremolinándose a la entrada del coto, la salvaba en montón para dividirse después en grupos que tomaban direcciones varias, según el lugar y faena a ellos correspondientes. Iban unos grupos hacia los lavaderos, donde el vapor o la fuerza eléctrica ayudan a los trabajadores en el cernimiento y distribución del mineral; otros, a los lavaderos de brazo, donde el músculo es sola fuerza y la humana sangre único combustible; otros, pegándose a las vagonetas con apegamiento moluscular, las empujan por carriles angostos hasta engancharlas a las locomotoras que pitaban y recrujían, despidiendo...

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