El hampón: 2

El hampón Capítulo II de Joaquín Dicenta ¡Un hampón! Así llaman los mineros a los bohemios de la mina, a los pródigos haraposos que gastan en breves horas de embriaguez y lujuria el jornal que en horas ímprobas de faena recogen. Todos ignoran en la mina la procedencia de estos hombres. Llegan, mejor dicho, surgen un día o una noche en cualquier taberna con la misma indumentaria que han usado tal vez desde muchos años antes de su arribo y que seguirán ostentando después; con el mismo aspecto sucio y feroz; el mismo puñal en la chaqueta y la misma pistola en la faja. ¿Salen del monte, huyendo persecuciones de la guardia civil? ¿Del presidio, burlando en su vigilancia a los carceleros? ¿De un burdel donde su faca les dio acero para matar y su astucia o el amor de una prostituta ocasión de evadirse? Nadie lo sabe. Nadie tampoco lo pregunta. En la mina no se pregunta esto jamás. Si se anduviera con tan ridículos reparos, faltaría obreros. Con quienes desafían...

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