El Grande Oriente : 25

El Grande Oriente : 25 de Benito Pérez Galdós Ninguna importancia dio Monsalud a tal incidente. Fijábase ante todo en la amenaza de concitar contra él el odio de los Pelumbres y comparsa. Esto le pareció un verdadero percance, porque Regato en tal especie de guerra era omnipotente. Considerando la maldad de aquel hombre, vio un peligro real y cercano, comprendió que no eran palabras vanas las referentes a la brutalidad vengativa de los amigos del agente de Su Majestad. Su mente se llenó súbitamente de las ideas evocadas por el peligro, y pensó en los medios de librarse del que con una mano ofrecía oro y con otra porrazos. -Este tunante -pensó Monsalud-, no me perdonará. No soy quien soy, si dejo a este reptil en disposición de morderme. Cuando esta idea cruzó por su mente, tuvo otra felicísima: seguir aparentando perplejidad para que Regato le creyese inclinado a una inteligencia. -Mucho lo piensa -dijo para...

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