El gran simpático: 06

Capítulo VI 06 Pág. 06 de 10 El gran simpático Felipe Trigo ¡Madrid! No lo conocía. Primero le pareció un Cádiz inmenso. Luego un Villaleón de cinco pisos. Y se preparó a conquistarlo. Una fonda, calle Espoz y Mina, treinta duros, y veinte para libros y gastos al mes. Aquí la vida era breve y rápida. De apariencias y de farsa. Compróse una chistera -un huit reflets- por ocho duros, y se puso una tarde de levita para visitar a la marquesa. No lo consiguió. El portero le dijo que tendría que solicitarlo por escrito... ¡Vamos, hombre...; en «audiencia» como si fuese él un cesantillo! ¿Y para esto había comprado su huit reflets? Algunos estudiantes paisanos le acompañaron en los primeros días. Por ellos supo que la Doria, traída efectivamente por Alfredo Gil, se le había largado, así que se vio con cuatro trapos, a París..., y nada menos que con un conde... Supuso que Alfredo le odiaría, y no le buscó. Cortó, además, su relación con los...

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