El gran simpático: 03

Capítulo III 03 Pág. 03 de 10 El gran simpático Felipe Trigo Ocho meses apenas, y Villaleón era suyo. Nadie hubiera podido conquistar más en menos tiempo. Suya la mejor clientela. Suya la flor de las mujeres. Suya la simpatía de los casinos. Quizás, quizás, andando el tiempo, le sacarían diputado... o, mejor dicho, sin quizás... tan pronto como le diera un poco por intervenir en la política. La jaca hizo un asombro. La acarició Gabriel, refrenándola, con palmadas en el cuello. -¡Hola, Morita! La obligó de nuevo al paso castellano. Un poco chica para él; pero briosa, bien cuidada. Conocían el chocar de sus cascos en las piedras todas las muchachas. Había dado la consabida vuelta al salir: calle de San Salvador, Carolina... siempre entreasomada a su balcón de enredaderas para decirle: «¡hasta la noche!...»; calle del Real, la Leonarda, la maestrita, que estaba si cadía o non cadía...; calle de Atarazanas, Concha. Bueno; Concha mostrábase un poco...

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