El fracaso de la revolución por la miseria

La propaganda más funesta, la más contraproducente, la que ha producido resultados los más desastrosos, la que ha transformado al rebelde de fiero león que era en manso cordero, en perro humilde que lame la mano del dueño que lo fustiga; la que ha convertido el hogar (si es que lo tiene) del proletario en fábrica, depósito y almacén al por mayor de carne de explotación, de cañón, de cárceles y hospitales, de prostitución, de miseria, de masa siempre dispuesta a perpetuar toda clase de ignominias y vejaciones por un mendrugo de pan; la que ha entregado atado de pies y manos al proletariado a merced del explotador para que con más facilidad le extraiga el jugo impidiéndole reivindicar sus derechos y sacudir de sobre sus espaldas el piojo que chupa su sangre, su salud, su sudor, es la insana propaganda que ha venido haciéndose hasta ahora, por los que abrogándose la pretensión de ser los únicos guías, directores y emancipadores del desheredado, del precepto religioso...

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