El final de Norma: Segunda parte: Capítulo XIII
El final de Norma Capítulo XIII: Lo que va de un blanco a un negro
de Pedro Antonio de Alarcón
Volvamos al Leviathan.
Al mismo tiempo que Serafín quedaba solo y anonadado, envuelto en tinieblas y sentado sobre su equipaje, un botecillo, estrecho como una piragua japonesa, se separaba del bergantín con dirección a aquella playa, llevando a bordo otras dos personas.
En aquel momento salió la luna, allá por el Norte, menguada, agonizante, tristísima.
Los pasajeros del bote eran Rurico de Cálix y aquel negrito que había llevado dos billetes a Serafín.
Rurico divisó con su vista de marino el triste cuadro que ofrecía el español en medio de sus baúles, en la desierta orilla del mar, y mandó a los barqueros que se aproximaran a aquel punto sin meter mucho ruido, a fin de cerciorarse de lo que allí pasaba.
Serafín no advirtió el espionaje de que era objeto, ni la aproximación del bote; pero Rurico y el negro lo vieron a él perfectamente.
El desdichado músico...
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