El final de Norma: Segunda parte: Capítulo VIII

El final de Norma Capítulo VIII: Que terminara con una sonrisa de Rurico de Cálix de Pedro Antonio de Alarcón Eran las once de aquella misma mañana El Leviathan seguía avanzando hacia el Norte. Hacía un frío espantoso. El Océano estaba ceniciento, y toda la extensión del cielo cubierta de nubes pardas. A la parte de estribor veíase a lo lejos una línea negra, que interrumpía la monótona regularidad del horizonte. Era Escocia. Toda la tripulación se hallaba sobre la cubierta del bergantín, no ya tomando el sol, que apenas calentaba cuando salía un momento de entre las nubes, sino envuelta en pieles, dividida en grupos y fumando sin cesar. Rurico de Cálix se paseaba en el alcázar de popa. A las once y media apareció Serafín por la escotilla que conducía a su cámara. Estaba muy pálido, pero sereno. Sin la gravedad de su situación, no hubiera permanecido sobre cubierta con su traje meridional. Pero estaba tan preocupado, que no reparó en el frío que...

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