El final de Norma: Segunda parte: Capítulo VII

El final de Norma Capítulo VII: Una mirada de Rurico de Cálix de Pedro Antonio de Alarcón No bien despertó Serafín, exclamó, como el general que presiente la batalla: -¡Hoy es un gran día! Vistiose, pues, con algún esmero y sacó de la maleta el violín. En este momento apareció en la escotilla aquel negrito vestido de blanco que ya lo visitó otra vez. Venía con un dedo sobre los labios, recomendando silencio, y le entregó una diminuta carta. Serafín quiso hablarle antes de que se le escapara como en la otra ocasión, pero el negro dio muestras de no entender el francés, el italiano ni el español, únicos idiomas que poseía el músico. Entonces leyó éste la carta, que decía así: «Arrecia el peligro. »El primer día que subáis sobre cubierta se fingirá loco un marinero y os dará de puñaladas. »No temáis un envenenamiento.» -¡Sin firma! -exclamó Serafín-. Pero ¡es de ella! Una idea lo deslumbró de pronto. -¡He aquí la ocasión de escribirle!...

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