El final de Norma: Primera parte: Capítulo V

El final de Norma Capítulo V: Elocuencias de un violín de Pedro Antonio de Alarcón Todo se arregló a gusto de Serafín Arellano. José Mazzetti se fingió enfermo, y escribió al empresario diciéndole que su compañero, el ilustre vascongado, dirigía la orquesta aquella noche; y el empresario, que conocía a Serafín, aceptó el cambio con muchísima satisfacción. Una hora después ocupaba nuestro protagonista el puesto que ambicionaba, y desde el cual se prometía dar un asalto al corazón de la Hija del Cielo. Excusado es decir al lector que Serafín, desde que entró en el teatro, no dejó de buscar con la vista a los dos rubios que, según Alberto, solían acompañar a la desconocida. Violos, al fin, en un palco y en la misma posición que aquél refirió: el enano viejo en la delantera, y el joven del albornoz blanco medio oculto en la sombra. Alberto se revolvía impaciente en un palco bajo del proscenio, acompañado de cierto personaje oculto en una...

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