El final de Norma: Cuarta parte: Capítulo VII

El final de Norma Capítulo VII: El rey de una isla desierta arenga a sus vasallos de Pedro Antonio de Alarcón Imposible nos fuera describir la revolución que operó en el alma del músico la lectura de las precedentes Memorias. -¡Me has salvado, Alberto! ¡La has salvado a ella! ¡Me vuelves la dicha! ¡Me vuelves el amor! ¡Te lo debo todo! Esto dijo abrazando al rey de Spitzberg, que no comprendía aquellas cosas sino a medias. Entonces le contó Serafín todas sus aventuras: su viaje, sus peligros, las conversaciones con el capitán, la historia de Brunilda; todo aquel laberinto que acababan de desenredar las Memorias del verdadero Rurico de Cálix. -¡Diablo y demonio! -exclamó Alberto, dando vueltas por la cámara-. ¡A Silly! ¡A Silly, Serafín! ¡Corramos en busca de Brunilda! Faltan cuatro días... ¡Tenemos tiempo! ¡He aquí por qué nuestro hombre no podía batirse hasta pasado un año! ¡Ya le diré yo lo que me importan todos los corsarios del mundo,...

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