El fantasma de Canterville: 5

 Virginia y su adorador de cabello rizado dieron, unos días después, un paseo a caballo por los prados de Brockley, paseo en el que ella desgarró su vestido de amazona al saltar un seto, de tal manera que, de vuelta a su casa, entró por la escalera de detrás para que no la viesen.  Al pasar corriendo por delante de la puerta del salón de Tapices, que estaba abierta de par en par, le pareció ver a alguien dentro.  Pensó que sería la doncella de su madre, que iba con frecuencia a trabajar a esa habitación.  Asomó la cabeza para encargarle que le cosiese el vestido.  ¡Pero, con gran sorpresa suya, quien allí estaba era el fantasma de Canterville en persona!  Habíase acomodado ante la ventana, contemplando el oro llameante de los árboles amarillentos que revoloteaban por el aire, las hojas enrojecidas que bailaban locamente a lo largo de la gran avenida.  Tenía la cabeza apoyada en una mano, y toda su actitud revelaba el desaliento...

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