El doctor Centeno: 49

El doctor Centeno Tomo II de Benito Pérez Galdós Fin : V Otra vez la conversación recaía sobre el gato. Estaba enfermo, y Doña Rosa Ido inconsolable. Felipe se brindó con gravedad facultativa a asistirle; le tomó el pulso, le auscultó, le examinó, dejándose decir frases diversas de hipocrático sentido, como: «Este señor es muy aprensivo... ¿ha comido este señor algo más de lo que tiene por costumbre?... Hay fiebre... esperaremos la remisión de la mañana... Debe de ser cosa del parénquima... ¿sabes tú lo que es el parénquima?... Pues es donde están los tubérculos, unas cosas muy malas, muy malas». «¿Y qué le damos para esos tabernáculos?» -preguntó Rosa consternada, teniendo sobre su regazo el animal paciente, tieso y al parecer expirante. -En vista de que las funciones tal y cual -dijo Centeno, ni serio ni festivo-, no van como es debido; y en vista de que la inflamación de la pulmonía de la clavícula interesa el hueso palomo del infarto...

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