El doctor Centeno: 09

El doctor Centeno Tomo I de Benito Pérez Galdós Pedagogía : IV Es forzoso repetir que la crueldad de D. Pedro era convicción y su barbarie fruto áspero pero madurísimo de la conciencia. No era un maestro severo, sino un honrado vándalo. Entraba a saco los entendimientos y arrasaba cuanto se le ponía delante. Era el evangelista de la aridez, que iba arrancando toda flor que encontrase, y asolando las amenidades que embelesan el campo de la infancia, para plantar luego las estacas de un saber disecado y sin jugo. Pisoteaba rosas y plantaba cañas. Su aliento de exterminio ponía la desolación allí donde estaban las gracias; destruía la vida propia de la inteligencia para erigir en su lugar muñecos vestidos de trapos pedantescos. Segaba impío la espontaneidad, arrancaba cuanto retoño brotara de la savia natural y del sabio esfuerzo de la Naturaleza, y luego aquí y allí ponía flores de papel inodoras, pintorreadas, muertas. Por uno de esos errores que no se...

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