El doctor Centeno: 06

El doctor Centeno Tomo I de Benito Pérez Galdós Pedagogía : I Dice Clío, entre otras cosas de menor importancia quizás, que D. Pedro Polo y Cortés se levantaba al amanecer, bajaba a la iglesia de las monjas, decía su misa, se desayunaba en la sacristía, fumaba un cigarrillo, volvía después a su casa, charlaba con su madre por espacio de un cuarto de hora, cambiaba de ropa, daba un suspiro... Todo esto ocurría invariablemente día por día, sin que nada faltase, ni el chocolate, ni el suspiro. Esto último era como la señal para entrar en el local de la escuela, cuyas puertas se abrían a las ocho en verano y a las nueve en invierno. Hemos dicho que se abrían las puertas. ¡María Santísima!, ¡qué ruido, qué pataditas, qué empujones! La vetusta casa temblaba como en amenaza de desplomarse. Y el estruendo duraba hasta que aparecía D. Pedro, no diré repartiendo bofetones, sino sembrándolos con gesto semejante al del labrador que arroja en tierra la...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información