El Discreto:Realce 3

El Discreto - Realce III de Baltasar Gracián Hombre de espera Alegoría En un carro y en un trono, fabricado éste de conchas de tortugas, arrastrado aquél de rémoras, iba caminando la Espera por los espaciosos campos del Tiempo al palacio de la Ocasión. Procedía con majestuosa pausa, como tan hechura de la Madurez, sin jamás apresurarse ni apasionarse; recostada en dos cojines, que la presentó la Noche, sibilas[1] mudas del mejor consejo en el mayor sosiego.[2] Aspecto venerable, que lo hermosean más los muchos días; serena y espaciosa frente, con ensanches de sufrimiento; modestos ojos entre cristales de disimulación; la nariz grande, prudente desahogo de los arrebatamientos de la irascible y de las llamaradas de la concupiscible; pequeña boca con labios de vaso atesorador, que no permiten salir fuera el menor indicio del reconcentrado sentimiento porque no descubra cortedades del caudal;[3] dilatado el pecho, donde se maduran y aun...

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